lunes, 28 de julio de 2008

Rutinas


Hoy desperté sin pensar muy claro
en lo que el día me iba a deparar.
Caminé en silencio y con el porte alto
como si lo quisiera atrapar con mi esencia,
no muy despierta y con el calor asfixiante
como único acompañante de la pétrida calle
que se mostraba desierta.

Paseando me encontró la mañana,
tristes y negados recuerdos sorprendían
mi nueva y somnolienta alborada.
Cristales sucios que no permitían ver
la llegada del blanco corcel,
libre y puro, cual virgen alada.

Recordando estaba
con el caminar acompasado
que mis pasos llevaban,
en la misma ruta diaria
de la incipiente jornada.

Recuerdos un tanto acongojados,
pertrechados en mi pecho
como ocupas del alma,
sin ángel de la guardia
que los acunara en su infancia.

Rutina de la vida que viene y va,
engañando sin engañar
los sentidos de una nueva verdad
pendiente de poder estar.

Llegando a mi inicial destino,
escalé las empinadas escaleras
de la compañía del día a día
que rememoraba como cada mañana,
lo que soy y lo que tengo,
lo que valgo y lo que padezco,
lo que, en definitiva sé y a la vez pierdo.

Sólo son rutinas de la caduca vida,
que aparecen quieras o no,
con el inicio de la coloreada albada
en tu presente y en mis nuevas mañanas.

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