domingo, 19 de octubre de 2008

Morir



El alma pesa en esta vieja madrugada,
Muere entre llantos de dolor y dulces nanas
Sin quererlo remediar,
Sin poder siquiera poseerlo.

Muere el peso de los días,
Aquellos en que los cuerpos de raída piel,
Ingenuos incandescentes,

Creyeron en la posibilidad de ser eternos.

Desciende el paso del tiempo
A buscarme,
Como fiel carcelero
De un lecho estéril y sin dueño.

El cuerpo inerte se rinde al deseo,
A esa muerte preñada
De días,
De noches,
De secos aguaceros.

Hoy,
Sin más,
Muere la palabra esculpida,
La vida sin vida,
Todo y nada.

Hoy,
Un pájaro negro sobrevuela,
Con macabra angustia,
Un agujero denso y perpetuo
Donde descansa el tiempo sin retroceso.

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