
En un espejo empañado,
donde en distorsión reflejados
todos los tiempos conviven,
los límites se muestran
ténues en su relatividad.
El burdel de la vida
inicia una nueva función
y choca de frente
con la frontera de la razón,
en contraposición a ese límite relativo
que se encuentra anclado
en un hueco perpetuo,
donde un calendario de piedra,
perdido en el tiempo moja,
de nuevo,
ese espejo contraido.
Es la vida,
es la muerte,
es su reflejo en nuestra mente.
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