Serenidad,
me aportas serenidad.
Dulce alma que navegas
entre los sueños y la realidad.
Una vez me quisiste contar
que todo llega,
así, sin más.
Sorda por la tormenta,
no me atreví a escuchar,
tu canto onírico sin rechistar.
Quisiste que volara contigo,
sin pensar más,
ni siquiera en lo que vendrá.
Cobarde, mis alas,
no quisieron arrancar ese vuelo
que me llevaría a la libertad.
Ahora contemplo,
aquí sentada, dulce dama,
tu vuelo,
ese que me aporta serenidad.
Seguro que en breve saltaré
contigo, a ese nuevo amanecer.
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