El desconcierto de no saber amar
o morir primero,
de desear que todo fluya
sin ponerle freno al desenfreno.
Sucumbir a los deseos del sexo,
de los plexos de los cuerpos,
de tu piel contra mi piel.
Eso es sexo en esencia,
calor, fuego, desgarro
escampándose en la lluvia
que nos une y nos hace perecer.
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